Los
 vecinos de Tunte no pudieron celebrar este jueves la tradicional 
procesión de San Bartolomé debido a la caída de la imagen del santo a 
las puertas de la iglesia, en un accidente inesperado y fortuito que 
terminó ocasionando heridas de escasa consideración a un vecino de El 
Sequero y también al párroco local, Armando Ladeiro Martín.
Todo
 sucedió muy deprisa, justo en el vestíbulo principal del templo, al 
término de la eucaristía que oficiaron durante una hora y veinte 
minutos, en medio de un envolvente aroma a incienso y con 38 grados 
centígrados a la sombra, cuatro sacerdotes presididos por Luis María 
Guerra Suárez, profesor del Centro Teológico de Las Palmas.
El
 trono de San Bartolomé, enramado para la ocasión con abundantes 
anthuriums de color beige, estaba siendo sacado a la calle por los 
vecinos que suelen custodiarlo cuando, en el escalón principal, a un 
solo paso de ver la candente luz solar de la calle, la imagen del santo 
se desprendió y dió un brinco hacia atrás aterrizando en el suelo. En la
 caída se le partieron el cuchillo y dos dedos.
Detrás
 del venerado icono de madera, de la Escuela de Luján Pérez, iban Pepe, 
vecino de El Sequero, que sufrió una contusión leve a la altura del 
fémur de la pierna derecha, y el cura local, Armando Ladeiro, que 
tropezó y cayó al suelo golpeándose en la parte frontal de la cabeza con
 el filo del rodapié.
 Fueron momentos de gran 
confusión. El golpe sufrido por el párroco y la abundante sangre que 
mancillaba el blanco de su vestimenta generó cierta desazón entre los 
asistentes. Los dos heridos fueron auxiliados de forma inmediata y en un
 primer momento dentro de la iglesia. Les socorrió el concejal municipal
 de Sanidad y también consejero del Cabildo Francisco Pérez López, de 
profesión médico, que fue asistido por voluntarios de Protección Civil y
 de Cruz Roja. Los heridos fueron trasladados después al Centro de 
Salud.
 Por seguridad
La
 suspensión de la procesión tras el inesperado incidente la adoptaron 
sobre la marcha y de común acuerdo las autoridades municipales 
presididas por el alcalde, Marco Aurelio Pérez, de acuerdo con 
sacerdotes y representantes de la comisión de fiestas. “Aunque todo ha 
sido fortuito y se ha quedado en un gran susto, hemos decidido suspender
 la procesión por la ausencia del párroco y por una cuestión de 
seguridad y de prevención para las personas, porque eso es lo 
primordial, y habrá que comprobar también la seguridad de la imagen”, 
informó el propio alcalde a los vecinos.
Con
 el icono del santo colocado y sujeto nuevamente en su trono, el culto 
popular de los vecinos y de las autoridades asistentes se ofició solemne
 a la sombra del pórtico de la Iglesia, donde la banda La Isleña, venida
 desde Moya, le brindó La Macarena, un himno de marcha procesional de 
Abel Moreno.
 Entre
 los asistentes a esta cita principal por la festividad del santo patrón
 del municipio de San Bartolomé de Tirajana destacaron este año el 
vicepresidente del Gobierno de Canarias, Pablo Rodríguez Valido; los 
alcaldes de Tejeda y San Mateo, Francisco Perera Hernández y Antonio 
Ortega; el expresidente insular y consejero de UxGC José Miguel Bravo de
 Laguna; el consejero portavoz del PP en el Cabildo, Felipe Afonso El 
Jaber, y concejales de Santa Lucía, Valsequillo y Arúcas, entre otros.
A
 las 14,15 horas, aproximadamente, tras ser atendido de urgencia en el 
Centro de Salud, donde no tuvieron que aplicarle puntos de sutura, el 
cura Armando Ladeiro volvió a entorno de la fiesta para rencontrarse con
 el alcalde Marco Aurelio Pérez y el resto de las autoridades políticas y
 eclesiásticas, y también con los feligreses, y quitarles a todos el 
susto comentándoles con la cabeza vendada que se encontraba “bien, casi 
en perfecto estado”.
Poco
 después empezó el reparto de las casi 500 raciones de sancocho canario a
 base de cherne, con papas, mojo, ensalada y batata, y las famosa 
verbena al solajero de ‘las lluvias de agosto’, que la comisión de 
fiestas de San Bartolomé brindó a los asistentes. Entre estos, y ya 
desde hace casi una década ininterrumpida, una guagua de 40 vecinos 
procedentes de La Isleta, que cada año se suman con devoción a disfrutar
 de la fiesta.