La
celebración de la 20ª Feria de la Zafra comienza este viernes en El
Tablero con la exposición fotográfica ‘Entre tomates’, de José Hernández
Torres, en el Centro Cultural a partir de las 20.00 horas, y el
espectáculo músico-visual ‘Historias de El Tablero’, montado para la
ocasión por la Agrupación Folklórica La Cucaña.
Durante
la velada se le entregará al diseñador Máximo García Viera (El Tablero,
1970) el premio como ganador del concurso del cartel que está
promocionando este evento, que cuenta con la implicación y colaboración
vecinal y está organizado por el área de Cultura y Acción Social del
Ayuntamiento de San Bartolomé de Tirajana, dirigida por la primera
teniente de alcalde Elena álamo Vega.
El
diseñador es descendiente de una de las primeras familias que poblaron
el pueblo. Su abuela paterna, Fidelina Rodríguez Perera (Malle), que se
casó con Maximino García Rodríguez (Palle), ambos fallecidos en la
década de los ’90, era hija de maestro Andrés Avelino Rodríguez y
Rodríguez, albañil en la construcción del Faro de Maspalomas y uno de
los tres medianeros pioneros que en los albores del s.XX pusieron en
marcha la roturación de las tierras de El Tablero, entonces jable
pedregoso, lleno de espinos, cardones, julagas y tabaibas, propiedad de
la familia de María Rey Rodríguez y José Fiol Focho.
El
ilustrador del cartel de la 20ª Feria de la Zafra se graduó como
técnico en artes plásticas y diseño en 1996 en la Escuela de Artes de
Las Palmas. Dedicado profesionalmente desde entonces al sector de la
rotulación y la impresión en gran formato, desde hace un año regenta su
propio proyecto empresarial ‘Tallergráfico’.
Recuerdos agrícolas
Máximo
García reconoce que a la hora de diseñar utiliza diferentes técnicas,
aunque suele apoyarse bastante en la manipulación digital y la
fotografía, y considera que el éxito de un buen cartel “radica en
conseguir unir una idea original y simple con una gráfica atractiva”.
Esta es su segunda participación en el concurso de carteles de la Feria
de la Zafra, un evento que valora como “muy positivo porque busca
preservar en la memoria el origen agrario de El Tablero”.
Del
Tablero agrícola de antaño recuerda “los juegos de infancia entre
tomateros; el ambiente familiar que se vivía cuando se paraba a tomar
café al fresco de la caseta; el olor entremezclado del abono y el sudor
de la ropa de la faena; el agua corriendo por los surcos y las acequias,
las cucañas, el avión que regaba los campos con los pesticidas y los
vencejos que al atardecer volaban sin parar sobre los cultivos y sobre
el pueblo”.